El carácter directo e intuitivo de este tipo de tradición budista anima al discípulo a mantener su atención en el momento presente, confiando en la sabiduría innata de todo ser humano para realizar todo su potencial.
Se subraya el carácter innato de la budeidad en todo ser vivo, lo cual ejercerá una influencia crucial en el budismo chino, japonés y de todo el sudeste asiático. La importancia radical en esta idea es que reconoce la posibilidad de que los laicos alcancen un nivel espiritual tan alto como el de un monje. Este concepto ha sido fundamental en la expansión del mahāyāna y, consecuentemente, también del Zen japonés.
La efervescencia de estas ideas en el budismo temprano de China tiene lugar como reacción contra una excesiva erudición e intelectualismo presentes en el budismo chino de entonces, aunque recibirá a su vez la influencia directa de varias de esas escuelas centradas en el estudio, como la Tiāntái o la Huáyán. Estas escuelas harán surgir un nuevo estilo de práctica y de entender la enseñanza, centrado en una vía intuitiva y directa que pretende propiciar cierto estado mental (el Samādhi o Kenshou) previo al completo despertar espiritual o nirvāna.

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